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jueves, 17 de agosto de 2017

Se me olvidó como caminar...

Siento que mi vida ha llegado a la culminación de su existencia.

Arriba un techo de hormigón, grueso y duro, con el que me golpeo una y otra vez para buscar la grieta que me de un rayo de luz. Abajo, el suelo, frio y lleno de lágrimas. A los lados, la gente, esa gente que nos acompaña a todos y cada uno de nosotros, los que no hacen más que opinar, los que te dan consejos, los que te quieren pero no ayudan, los que no tienen ni puta idea, los que te hacen daño, los que comentan frases hechas que no sirven de nada, los que no entienden, los que te entienden pero lo ignoran, los que parece que están ahí pero no están, los que siguen una vida dictada por la sociedad, los que siguen los cánones establecidos, los que parece que podrían hacer algo pero están lejos, los de por "interés te quiero Andrés", los que solo dicen cosas obvias que son inutles para tu situación, tus amigos, tu familia, tus compañeros, tus enemigos... Ruido y más ruido retumbando en tu cabeza...

En mi decisión, solo dos caminos, desplomarme hacia el frío suelo o seguir golpeando ese techo hasta desfallecer por las heridas.
Ya no puedo avanzar, encerrada en una cárcel que se hace llamar vida, ubicada en un lugar donde ya parece que no quiero estar.

Atada por mis propios miedos y tristezas... sin más pasos que dar, sin saber a dónde ir y sin una ayuda que parezca ser realmente útil. Únicamente tu... quizás mi único consuelo...
No lo entiendo... no lo entienden... ciega, sorda y casi muda... atrapada en mi cabeza, bloqueada en mi corazón, inmóvil, creo que se me olvidó como caminar...