Nos pasamos la vida escuchando a la gente decir que tenemos que ser fuertes, que tenemos que luchar, afrontar la vida, sonreír a todo, superar las cosas cuanto antes... Nos pasamos la vida huyendo, corriendo y alejándonos de todo aquello que nos hace sentir dolor, pena, rabia, ira... Nos han enseñado que los sentimientos negativos hay que rechazarlos, alejarlos, evitarlos. Nos han inculcado que solo la risa está bien, que hay que ocultar el llanto y pasar el dolor del alma en completo silencio y soledad.
Nos hemos agobiado tanto por ocultar nuestros miedos, ansiedades, emociones... que somos incapaces de encontrar la verdadera felicidad. La felicidad... ese concepto tan abstracto, con significados diferentes para cada ser humano.
¿Sonreír? ¿Qué significa ese verbo? Posiblemente te lo preguntes miles de veces a lo largo de tu vida. Sonreír... Sonríe al mundo, planta cara a tus demonios, resurge como el Ave Fénix, pero... Yo me pregunto otra cosa, ¿Por qué plantar cara a mis demonios? ¿Y si sólo los acepto y aprendo a convivir con ellos? Aprendo que no hay nada malo en estar triste, en sentir dolor, en tener ansiedad, en el sufrimiento del alma... Aprendemos a dejarnos llevar igual que lo hacemos con las risas. Aprendemos a darnos nuestro espacio y dejar que todas las emociones fluyan... Aprendemos a ser nosotros mismos en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en las risas y en los llantos...
A veces, dejarse caer ayuda a encontrar la fuerza para ese nuevo resurgir, ese nuevo renacer, la destrucción de nuestras opresiones... Y ahora sí... Ahora ya podemos compararnos con el Ave Fénix, resurgiendo de verdad de nuestras propias cenizas.
🤔 Y tu, ¿Huyes o abrazas al dolor? 🤗
